Hola, feliz año 2025. Gracias por leer Sensorial, un blog donde escribo sobre economía, cultura, sociedad, y a veces ficción. La semana pasada publiqué un cuento de ciencia ficción, La Zarza Ardiente. Tal vez este año escriba más cuentos. Este año intentaré publicar cada viernes. Por favor déjame en los comentarios tu opinión sobre mis textos, o escríbeme en privado por Substack o a egarzaga@gmu.edu.
Eugenio Garza
Su nombre real es Yujeong, pero pide que le digan Caty. Como no hay muchas opciones para tomarse un café el 31 de diciembre, quedamos de vernos en un Chili’s.
Michelle, mi hermano Fede y su novia María llegamos juntos. Fue fácil encontrar mesa. El restaurante estaba casi vacío. Antes de que llegara Caty, decidí darle contexto a mis comensales. En 2022, Caty y yo nos conocimos en clase de Microeconomía durante mi primer año del doctorado. Ella decidió no continuar debido a motivos personales. No volví a saber de Caty, sino hasta octubre 2024. Me envió un mensaje por Instagram. «Estoy en Monterrey y veo tu apellido en todos lados… ¡eres famoso!», decía. Le tuve que explicar que yo no tengo nada que ver con ese Eugenio Garza.
— Garza es un apellido muy común —le expliqué.
— Ah, entiendo… como Kim en Seúl —me contestó.
Resulta que Caty decidió visitar a una amiga suya que vive en Monterrey, y le encantó la ciudad. Lleva meses conociendo la zona. Quedamos en vernos en diciembre para platicar. Por eso la estábamos esperando en un Chili’s.
No podrías adivinar que sus papás venden diamantes en Seúl. Caty es sencilla. No usa joyería ni ropa muy elegante. Conversa sin pretensiones y con mucha alegría.
— Me encanta Monterrey. He viajado por el mundo… no me gusta Barcelona. Pero decidí quedarme a vivir aquí unos años —nos explicó.
Nosotros nos quedamos atónitos, mirándonos los unos a los otros sin poder creerlo. Nos contó que, según ella, hay más oportunidades laborales en Monterrey que en Seúl. Consiguió un buen trabajo relativamente rápido, y ya está aprendiendo español. Caty nos explicó que siente que tiene una ventaja, pues tiene buen inglés y vivió algunos meses en Buenos Aires. «Me gusta aprender español… pero los regios usan muchas palabras raras y me cuesta entenderlos a veces».
Nos reímos cuando nos platicó que quería comprarse una camioneta, y nos lo dijo con un acento norteño muy ranchero. Me voy a comprar una camioneta.
Según Caty, la cultura de trabajo coreana no es tan diferente a la mexicana. «Mi jefe coreano aquí en Monterrey pone un ambiente relajado, al menos comparado con Corea».
— Sí hay un poco de diferencia. En la cultura coreana existe el concepto de pali pali que se traduce literalmente como «rápido, rápido», es una expresión que refleja la mentalidad de rapidez, eficiencia y urgencia en la vida diaria, los negocios y la tecnología en Corea del Sur. Aquí en Monterrey, por ejemplo, no entiendo cuando dicen ahorita. A veces ahorita es en este instante, y a veces significa al rato. Eso en Corea no es posible.
En algún punto le preguntamos sobre la baja tasa de fertilidad de Corea.
— Es cierto, es de las más bajas del mundo. La gente no está teniendo hijos. Seúl no es una ciudad muy amigable… culturalmente. No existe una cultura que incentive y facilite tener hijos. Veo que aquí en Monterrey es mucho más fácil. Veo niños por todos lados.
Es difícil creer que Caty vea en Monterrey, y en México en general, más oportunidades para crecer. Corea del Sur goza de una excelente reputación a nivel mundial gracias a su liderazgo en tecnología e innovación, y la creciente influencia de su cultura popular a través del K-pop, el cine y las series de televisión. Empresas como Samsung y Hyundai han posicionado al país como una potencia industrial, mientras que artistas y producciones coreanas conquistan audiencias globales. Además, Corea del Sur es conocida por su seguridad, calidad educativa y sistemas de salud avanzados, consolidándose como un modelo de éxito y resiliencia en el escenario internacional. Quien ha viajado a Seúl tiende a compararla con Tokio, por su seguridad, limpieza, orden y eficiencia.
Pero Caty nos explica que, hacia afuera, Corea del Sur parece un país exitoso y avanzado. Pero hacia adentro cuenta con bastantes problemáticas, como cualquier otro país. Caty insistía que la cultura no es tan agradable y amigable como en México. Me recordó al Dr. Kim, a quien Caty también conoció cuando estuvo en GMU.
El Dr. Kim me dijo que los jóvenes coreanos «son muy individualistas, y están exclusivamente enfocados en su progreso profesional. No tienen ningún sentimiento de destino en común ni espíritu público». Creo que, por lo que nos platicó, Caty estaría de acuerdo. Aunque también hay mucho que los mexicanos podemos aprender de los coreanos: orden, eficiencia, rapidez, cortesía, respeto a los mayores.
También hablamos un poco de religión. No se sorprendió mucho cuando le dijimos que la Iglesia de Fátima ofrece misa en coreano. Ella no es católica, ni cristiana, pero nos explicó que para los coreanos en el extranjero es muy importante crear comunidad, y que los espacios religiosos son plataformas adecuadas para ello.
Caty piensa vivir y trabajar al menos tres años en Monterrey. «Soy optimista, hay futuro aquí». Quedé contento al saber que la ciudad tenga oportunidades para los extranjeros. Hay mucho por hacer, pero creo que podemos estar seguros de que el futuro es brillante a pesar de los retos que implica un desarrollo acelerado. ¿Cómo se va a adaptar la ciudad para recibir ordenadamente a extranjeros que buscan nuevas oportunidades de crecimiento? ¿Cómo cambiará el estilo de vida en Monterrey mientras la proporción de extranjeros aumente? ¿Cómo encontrar el balance entre innovación cultural y mantener las tradiciones?
Al dejarla en casa de su amiga le dije: «Feliz año, y bienvenida a Monterrey».
Gracias por leerme hasta el final. Para escribir cada semana necesito tomar mucho café y comprar libros. Si quieres puedes picharme un café virtual aquí por solo tres dólares.
Padrísimo Uke!!